LA VIDA AZAROSA DE UNA BOLSA DE PLÁSTICO SOBRE EL BOULEVARD REVOLUCIÓN
En cierta ocasión, me encontraba parado en la esquina de una de las calles de Torreón, exactamente en la intersección del Boulevard Revolución con la calle Cepeda-en pleno centro de esa hermosa y progresista ciudad, que se encuentra aproximadamente a 60 Km de la ciudad donde radico, que es San Pedro de las Colonias, en el estado de Coahuila- esperando a mi hija, cuando reparé en una bolsa de plástico tirada a media carretera y me puse a observarla… ¡Pobrecita!, estaba a merced de los carros que pasaban, el aire que dejaban a su paso la movía: a veces la arrastraban, a veces la subían y luego la bajaban, no tenía vida propia; todos los vehículos la sacudían, unos de una forma, otros de otra y no podía hacer nada para cambiar su estilo de vida. Así pasé mi tiempo, mirándola… y así pasó su tiempo, con un vaivén ajeno a su voluntad.
Al llegar mi esposa-que andaba viendo los aparadores de las tiendas- le dije: “Mira esa bolsa de plástico: llega un carro y la mueve, llega otro y la levanta, la eleva y, cuando parece que ya va a estar tranquila, llega un autobús y la vuelve a cambiar de lugar, qué triste”.
“¿Por qué?-me dice ella-la bolsa ni siente, ¡Tú estás loco!, ¡A quién se le ocurre estar perdiendo el tiempo así!, ¡preocuparse por una bolsa!
“No, fíjate,-le contesté-es que la bolsa de plástico actúa bajo la “voluntad” de los demás, como muchos de nosotros, porque la mayoría de las veces, nuestras acciones dependen de lo que los demás nos dictan, opinan o como le quieras llamar, de lo que ellos desean, al igual que la bolsa, tampoco tenemos libertad, la libertad es relativa (como debe ser)y, aunque la bolsa no va a perjudicar a ninguno de los muebles, a menos de que se pegara a un radiador y ocasionara que el motor se calentara- lo cual equivaldría a una especie de venganza por lo que le hacen-, no tiene libertad para hacer lo que desee, es más, ni siquiera tiene voluntad, dignidad o valor para defenderse y cambiar esa vida tan azarosa que lleva”.
“Desgraciadamente-continué-muchos de los seres humanos tampoco somos capaces de dirigirnos, no somos capaces de mejorar y nos conformamos con lo que somos y lo que tenemos culpando al destino, pues así nos tocó vivir”.
Me contestó: “Pues sí, pero de todos modos estás loco, estás comparando lo que le pasa a la bolsa con la vida de nosotros, sólo tú lo podrías hacer. ¡Ándale, ya vámonos, ahí viene la niña!”.
Nos fuimos, continuamos nuestra vida, no tan riesgosa como la de la bolsa de plástico, ¡Gracias a Dios!...Bueno, al menos hasta hoy, pues debemos entender y disfrutar de todos y cada uno de los momentos difíciles que existen en la vida, y todos y cada uno de los momentos felices que nos depara. Así como la bolsa en sus breves instantes de tranquilidad.
El equilibrio existe… ¡Gracias a Dios!
Y también, gracias a Dios, nosotros tenemos los dones de la voluntad, el pensamiento, el raciocinio y depende de nosotros el conservar el estilo de vida o modificarlo. Tenemos libertad para decidir qué hacer, a nuestro destino le podemos dar una ayudadita, la bolsa de plástico… no. ¡Pobrecita!
San Pedro de las Colonias, Coah., a 28 de febrero de 2009.
Profr. Armando Nicolás Moreno Herrera
Taller de escritores. IECAM
Ah que la bolsa!!
ResponderEliminaral principio no entdia hasta que vi la aplicacion a la vida diria...
ResponderEliminarsaludos tío cuidece mucho saludos a la familia
Dios lo bendiga!!
atte_isrl.hrra_