LAS SIETE VIDAS DE UN GATO
Cuántas veces hemos pasado mi esposa y yo por esa carretera que va a Torreón. Ella conoció a nuestros hijos cuando eran pequeñitos… no, miento, casi los vio nacer, puesto que somos de San Pedro y la clínica hospital donde atendieron a mi mujer en los nacimientos de los tres niños (bueno, dos varones y una mujercita), se encuentra en esa ciudad. Pudiera decir que desde que nací he recorrido esos 60 Km de asfalto, mínimo una vez por semana, aunque ya de casado, a veces hasta tres.
El caso es que, una de las ocasiones en que regresábamos de allá, ya oscura la noche, veníamos pasando por un pueblo llamado Compuertas, cuando nos rebasó un autobús, un Ejecutivo de los del Sr. Mario González, quien se ha distinguido por dar un excelente servicio de transporte a los Sampetrinos que desean trasladarse a Torreón, ya que dichas unidades son modernas y equipadas con aire acondicionado, televisión y unos WC de lujo. ¡GOOOOL!
Pues bien, decía que cuando retornábamos a San Pedro, y al ir rebasándonos el Ejecutivo, vi de pronto pasar frente a nosotros y como una exhalación, una figura rara que de momento no supe distinguir. Era un gato grande, no sé de que color, que se fue a meter entre las ruedas laterales del transporte. Pensé que lo iba a atropellar pero, para sorpresa de mi esposa y la mía, el gato se regresó pasando nuevamente frente a nuestros incrédulos ojos. ¡Todo en un santiamén! ¡Fue en un instante solo que esto sucedió! De la orilla derecha de la carretera hasta llegar debajo del camión y luego regresarse otra vez a la orilla. ¡Qué suerte! ¡De verdad que en ese rato una vida perdió! Es difícil entender como es que se salvó de morir. Tuvo que emplear mucha velocidad, pues todos conocen que esos autobuses corren a cerca de 90 Km por hora y yo, iba un poco menos rápido, aunque no mucho, así es que imagínense la rapidez con que aconteció lo relatado.
No hay duda de que todos tenemos señalado el momento exacto en que hemos de morir, si te toca, ni lo vas a ver llegar, dicen por ahí que cuando te toca, ni aunque te saques y cuando no, ni aunque te pongas.
Esta es, de este cuento, la conclusión
fue un hecho real, y no ilusión
mi esposa iba conmigo, lo puede atestiguar
aunque yo de testigos no tenga necesidad
Tantas cosas en el camino
nos pueden suceder,
que hasta tú, lector amigo,
lo puedes comprender.
San Pedro de las Colonias, Coah., a 9 de marzo de 2009.
Profr. Armando Nicolás Moreno Herrera
Taller de escritores. IECAM
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