martes, 18 de mayo de 2010

A LOS CRÍTICOS DEL MAGISTERIO

A LOS CRÍTICOS DEL MAGISTERIO. (DE UN MAESTRO INCONFORME)…

Con el respeto que merece la sociedad en general, me atrevo a externar mi opinión y descontento acerca de las críticas vertidas cada vez que se celebra en nuestro país el “Día del maestro” o cuando se conocen los resultados de exámenes que – supuestamente - son representativos del nivel académico de nuestros alumnos.

Es necesario que los adultos que conformamos la sociedad mexicana estemos conscientes de la importancia que reviste la existencia del magisterio como ente forjador del carácter de la niñez y formador de su personalidad, sin embargo, los resultados no son los que se esperan y entonces, la sociedad se convierte en un crítico mordaz del trabajo del maestro sin conocer con exactitud los objetivos que pretenden alcanzarse mediante la aplicación de los programas actuales tan distintos en contenido a los que se aplicaban en nuestra edad escolar.

La vida en sociedad se ha transformado. Los adultos-nuestros padres- confiaban ciegamente en el desempeño profesional del maestro, tanto así, que era considerado como “su segundo padre” y, si el profesor lo castigaba, en casa o en la misma escuela los papás recriminaban sus hijos, no ponían en tela de juicio el accionar del mentor, aún más, los padres de familia y, en particular la mamá, era un auxiliar del maestro en la educación del niño, así como el maestro a la vez, lo era para el desarrollo de valores familiares, pues no se deslindaban ambas (familia y escuela), sino que se complementaban.

No se pueden seguir realizando actividades deportivas, viajes de estudio, días de campo, presentaciones gimnásticas riesgosas como pirámides, llevarlos a la alberca, etc., porque las autoridades han impuesto la idea de que ponen en peligro la integridad física de los muchachos; tampoco se pueden efectuar las tan añoradas cenas de navidad, en las que nuestros asesores nos organizaban festejos inolvidables, ni bailes de graduación (que en la escuela en la que me gradué del nivel secundaria eran netamente familiares) y, todavía más, no se pueden encargar trabajos en equipo a los alumnos, todo por la inseguridad que existe en las comunidades y/o por el riesgo de que vayan a sufrir alguna lastimadura. Así ¿Cómo es posible así fortalecer el carácter de nuestra juventud?

Seguiremos formando individuos frágiles, temerosos, con miedo a sufrir, cuando la situación verdaderamente preocupante es su incapacidad para enfrentar los retos con entereza, con valentía, pero… ¿A qué se debe esta situación?

Sabemos que el carácter de una Nación se debe forjar en las aulas y que los juegos son una preparación para enfrentar la vida, son la vida misma en pequeño, una representación de lo que se puede vivir: se aprende a convivir en sociedad acatando las reglas y las penalizaciones cuando las infringimos, a saborear el triunfo reconociendo la valía de los contrincantes, a levantarse después de la derrota para continuar, a trabajar en grupo con objetivos comunes, en fin, el juego es un aprendizaje acerca de la vida en sociedad, pero además, ayuda a forjar su carácter, tan necesario para soportar los sinsabores, para portar con humildad el sabor de la victoria. Eso es un ciudadano con valores, que no caerá en influencias negativas, llámense como se llamen.

Las actividades con las que se puede lograr un carácter fuerte son los concursos, torneos deportivos, viajes de estudio, exámenes, etc., logrando simultáneamente elevar la calidad del aprendizaje e inculcar valores penetrando en la conciencia de los muchachos, provocando en ellos que se propongan metas nuevas, nuevas ilusiones en cuanto a su futuro, porque su presente es de baja calidad y se debe, no a la falta de interés de sus padres, sino a la falta de oportunidades de trabajo e insuficiencia económica, falta de atención a los hijos por tener que laborar ambos, lo que se traduce en los niños en apatía y ausencia de deseo de cumplir en la escuela. Todo el ambiente negativo que rodea a los jóvenes, el sistema político, económico o social que nos envuelve, es lo que ha causado que la mayoría de niños y jóvenes no obtengan esa “EDUCACIÓN DE CALIDAD”, si no fuera así, entonces ¿por qué razón los alumnos cuyos padres les ponen atención sobresalen?

La calidad en la educación no depende única y exclusivamente de los maestros, pero es a nosotros a quienes nos culpan de los malos resultados educativos. Cabe señalar que en las escuelas se cuenta con personal altamente calificado en la especialidad de Matemáticas-por poner un ejemplo-, con el nivel de maestría terminado y sin embargo, los resultados obtenidos son los mismos que los que obtenemos quienes no alcanzamos ese nivel de preparación; así que la razón por la que la educación en México está encuadrada en la mediocridad, no radica en los profesores-o al menos no somos los únicos culpables de ello- sino que existe un fondo más difícil de solucionar que la simple permanencia en los grupos por parte de los docentes, pero que las instancias correspondientes no se atreven o no pueden solucionar de manera efectiva, optando por quitar a los niños y jóvenes de nuestro estado, la oportunidad de obtener esos aprendizajes, los que no se obtienen en el aula y que enseñan valores, no con el librito, sino de hecho, practicándolos: disciplina, convivencia, tolerancia, lealtad, respeto a personas, compañeros e instituciones; soportar las caídas y golpes para levantarse y seguir luchando en los juegos, aguantarse cuando reciben esos golpes y seguir siendo amigos de quien se los propinó, etc., ¿No son estas actividades las que verdaderamente forjan el carácter de los alumnos?

¿Recordamos acaso las Matemáticas, o los conocimientos de cualquier otra materia que nos enseñaron nuestros maestros en la escuela? No. Sabemos que estos conocimientos fueron la base para desempeñarnos en nuestra vida de estudiantes futura, pero nos acordamos más de los torneos, los concursos en que participamos, los viajes a los que fuimos, las novias que tuvimos, o ¿No son estas actividades parte de nuestra educación? Que se pueden realizar aún sin pertenecer a una institución educativa es cierto, pero no organizadas para lograr objetivos definidos ni con una metodología definida, que, al fin y al cabo, es lo que hace la diferencia entre lo formal e informal.

Es necesario realizar estudios concienzudos acerca de por qué se obtienen esos resultados negativos en el aprovechamiento escolar y actuar en consecuencia, mas no igualar con el rasero, sino de acuerdo a la realidad imperante en cada institución, esto supone mayor cantidad en trabajo y dificultades que lo que implica el dar órdenes sin fundamento desde detrás del escritorio.

Si fuésemos los profesores los que estamos cayendo en la apatía, también las autoridades correspondientes son culpables y hasta cómplices. ¿Por qué no hacer obligatorios los cursos que ofrece el IECAM? ¿Por qué no vigilar que las actividades coeducativas se realicen con calidad? No deben dedicarse simplemente a recibir informes de personas que no están activas dentro del magisterio, sino constatar que lo que les informen corresponda a una realidad mayoritaria. ¿Por qué razón siempre se aplican resoluciones de restricción de actividades en forma pareja si, quienes cayeron en errores fueron pocos y, en muchas ocasiones solamente uno? ¿Por qué no actuar contra éste? ¿Por qué generalizar?

Estoy de acuerdo en elevar la calidad de los aprendizajes de nuestros alumnos. Ayúdenos a involucrar activamente a los padres de familia en este proyecto, a motivar a los alumnos para que lo que aprendan se vea reflejado en su vida personal obteniendo trabajos dignos y bien remunerados, a quitarles la idea de emigrar al país del norte, lo cual provoca desintegración familiar, a que sus padres tengan tiempo y deseos de atender a sus hijos, pero, sobre todo, a forjar su carácter para que ninguna situación problemática lo detenga en su proyecto de vida.

¿O es que esto se antepone a la pretensión de las autoridades de nuestro país? ¿Se pretende seguir teniendo gente sin espíritu de lucha, apática y que no pueda levantar la voz ante las injusticias?

Somos uno solo, Somos un país, una Nación y, de nosotros depende el tipo y la calidad que deseamos lograr. Estoy firmemente convencido de que los maestros somos la base sobre la cual se finca el futuro de nuestra sociedad pero desafortunadamente nos hemos quedado callados y aceptamos las decisiones impuestas por integrantes de la Asociación de Padres de Familia, Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, Secretaría de Educación Pública, decisiones en las que no se toma en cuenta la opinión de quienes estamos al frente, de quienes nos entregamos a esta noble labor y que nos preocupamos por educar de la mejor manera posible, aún contra las adversidades antes mencionadas.

Presento esta inconformidad a sus finas atenciones esperando que se recapacite y, que se exija a quien corresponda, pues para mejorar el trabajo en el aula, que se realicen acciones efectivas de mejoramiento del docente y de las familias, que se esté consciente de que en la educación intervienen tres factores importantísimos que somos: el alumno, el docente y, el padre de familia y, que si una de las tres partes de esta trilogía no funciona, no habrá educación de calidad.

El maestro será siempre el pilar de una Nación fuerte, en sus manos está el presente y el futuro, pero sólo, no se puede.

San Pedro de las Colonias, Coah., a 18 de mayo de 2010.

PROFR. ARMANDO NICOLÁS MORENO HERRERA

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